Marketing Nuestra mejor publicidad somos nosotros mismos por María Fabiana Lizarralde Muchos, al igual que los administradores de consorcios, vendemos servicios y queremos comentar con Uds. algunos conceptos realmente interesantes que nos presenta Harry Beckwith desde su libro “Venda lo invisible” En el primer capítulo del libro llamado “Para empezar”, hace varias reflexiones para ir entrando en tema. La primera me gustó mucho. Acostumbrada a leer libros sobre marketing que endiosaban “la forma” y no “el contenido”, Beckwith me sorprendió agradablemente. Comienza
diciendo que: “... la mayoría de las
personas, incluyendo a aquellas que se dedican a los negocios,
identifica la palabra “mercadotecnia” con las ventas y la
publicidad: promocionar los productos.” “Necesitamos
una mercadotecnia mejor” invariablemente significa “Necesitamos dar a
conocer nuestro nombre” mediante anuncios, publicidad y, quizá, a través
del correo directo.” A
continuación agrega: “Por desgracia,
este enfoque en darse a conocer afuera
distrae a las compañías de lo que tienen dentro,
y de la primera regla de la mercadotecnia de los servicios: La
esencia de la mercadotecnia de los servicios es el mismo servicio.” O
sea que lo más importante para vender mejor el servicio que prestamos es el
servicio mismo y no la publicidad a través de la cual lo ofrecemos. Ahora
bien: ¿qué servicio tenemos para ofrecer? ¿es lo suficientemente atractivo
para nuestros clientes? ¿están conformes aquellos que ya trabajan con
nosotros? ¿brindamos realmente un buen servicio? Beckwith,
más adelante, sigue reflexionando sobre la baja calidad de los servicios que
brindan las empresas. Y al respecto dice: “En
parte se debe a que las compañías no son capaces de demostrar con precisión
que invertir más en mejorar un servicio, ya sea que se trate de capacitación,
sueldos o más personal, le redituará más. Para aumentar las utilidades, las
compañías restringen los costos reduciendo el servicio hasta que alguien,
por lo general un cliente, grita. Piense
en las veces que ha recibido un servicio excepcional. ¿Cuánto más terminó
gastando en esa compañía? ¿A cuántas personas les contó acerca de su
experiencia? ¿Cuánto gastaron? Si
reflexionamos sobre la actividad de administrar: ¿Cuánto representa para
nosotros un “cliente-propietario” conforme con nuestro servicio cuando
comenta a conocidos, amigos o parientes lo bien que atiende “su”
administrador a “su” edificio? Un
buen ejercicio, que recomienda el autor, es pensar en forma hipotética que
nuestro servicio es malo y de esa manera sin causarnos ningún daño nos
obligará a mejorar. Otra
reflexión interesantísima que hace es en relación al efecto mariposa. Dice que vivimos en “un mundo en que los pequeños esfuerzos a menudo producen efectos
enormes, aunque en ocasiones remotas” ¿Por qué efecto mariposa? Porque
en 1963 cuando le preguntaron al meteorólogo Edward Lorenz si podría el
aleteo de una mariposa en Singapur afectar un huracán en Carolina del Norte,
el respondió que sí. Y para ilustrar el tema voy a transcribir una anécdota
a la que el autor hace referencia en su libro. “El
ejecutivo se acercó a la caja registradora y de inmediato fue recibido por un
empleado de cabello oscuro y lleno de energía, llamado Roger Azzam. -
Vine a recoger mi chaqueta- anunció el ejecutivo. Tres
minutos después, Azzam regresó del departamento de composturas con malas
noticias: -
Lo siento, todavía no está lista. El
ejecutivo apenas había empezado a quejarse y a decir que su mayor ilusión
era tener al chaqueta, cuando Roger desapareció, al tiempo que gritaba: - ¡Vuelvo
enseguida!. Casi
con la misma rapidez, Roger regresó. -
Lo harán en este momento y tendrá la chaqueta lista en cinco minutos, se
lo prometo, aseguró. El
cliente reaccionó como la mayoría de la gente lo habría echo. Se conmovió.
En realidad, estaba algo más que conmovido. El empleado se había desvivido
por atenderlo y el cliente se sentía en deuda con él. Mientras
el cliente aguardaba, empezó a pasearse por los pasillos de las chaquetas
deportivas. Descubrió
una hermosa chaqueta marrón con diseño en espiguilla de la marca Hugo Boss,
que tenía una etiqueta con un precio a la altura de la calidad: 575 dólares. Naturalmente,
el relato concluye con que el ejecutivo compró la chaqueta de 575 dólares,
pero no sólo eso. También tuvo que comprar unos pantalones negros de 110 dólares
y una corbata a rayas marrón, negra y blanca, de 55 dólares, para hacer
juego. En
segundos, el diminuto aleteo de la mariposa, la carrera de cinco minutos de
Roger Azzam al departamento de composturas, creó una venta de 740 dólares,
para no mencionar el valor de toda la publicidad gratuita que Dayton’s
recibió en ese momento por el gesto de Roger”. Ahora
pensemos en nuestra oficina. Suena el teléfono. Un “cliente-propietario”
con un reclamo o una consulta, o simplemente con ganas de charlar... ¿Alguna
vez pensamos en el valor de responder personalmente ese llamado? ¿O de que
nuestro equipo de trabajo responda con buen ánimo, con respeto, con “muy
buena onda”, con seriedad, etc., etc., etc.? En
la actividad de administrar consorcios, muchas veces los mismos
administradores me han comentado que los consorcios generalmente se toman por
recomendaciones de propietarios que ya están siendo administrados, quedando
claro, entonces, que nuestro servicio es nuestra mejor carta de presentación.
El
esfuerzo de nuestro equipo de trabajo deben parecerse al de Roger: un muy
pequeño esfuerzo a menudo puede producir un efecto enorme, como el batir de
las alas de las mariposas en Singapur que podrían causar un huracán en
Carolina del Norte... |
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